27 de agosto de 2013

EL BÚHO QUE QUERÍA SALVAR A LA HUMANIDAD.

En lo más intrincado de la Selva existió en tiempos lejanos un
Búho que empezó a preocuparse por los demás.
En consecuencia se dio a meditar sobre las evidentes maldades
que hacía el León con su poder; sobre la debilidad de la Hormiga, que
era aplastada todos los días, tal vez cuanto más ocupada se hallaba;
sobre la risa de la Hiena, que nunca venía al caso; sobre la Paloma, que
se queja del aire que la sostiene en su vuelo; sobre la Araña que atrapa
a la Mosca y sobre la Mosca que con toda su inteligencia se deja atrapar
por la Araña, y en fin, sobre todos los defectos que hacían desgraciada
a la Humanidad, y se puso a pensar en la manera de remediarlos.
Pronto adquirió la costumbre de desvelarse y de salir a la calle a
observar cómo se conducía la gente, y se fue llenando de conocimientos científicos y psicológicos que poco a poco iba ordenando en su
pensamiento y en una pequeña libreta.
De modo que algunos años después se le desarrolló una gran facilidad para clasificar, y sabía a ciencia cierta cuándo el León iba a rugir
y cuándo la Hiena se iba a reír, y lo que iba a hacer el Ratón del campo cuando visitara al de la ciudad, y lo que haría el Perro que traía una torta en la boca cuando viera reflejado en el agua el rostro de un Perro que traía una torta en la boca, y el Cuervo cuando le decían qué
bonito cantaba.
Y así, concluía:
“Si el León no hiciera lo que hace sino lo que hace el Caballo, y el
Caballo no hiciera lo que hace sino lo que hace el León; y si la Boa no
hiciera lo que hace sino lo que hace el Ternero y el Ternero no hiciera
lo que hace sino lo que hace la Boa, y así hasta el infinito, la Humanidad se salvaría, dado que todos vivirían en paz y la guerra volvería a
ser como en los tiempos en que no había guerra.”
Pero los otros animales no apreciaban los esfuerzos del Búho, por
sabio que éste supusiera que lo suponían; antes bien pensaban que era
tonto, no se daban cuenta de la profundidad de su pensamiento y
seguían comiéndose unos a otros, menos el Búho, que no era comido
por nadie ni se comía nunca a nadie.

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